sábado, 14 de mayo de 2011

Tutorial: Scratch

http://www.mundoeduca.es/scratch/pdf/Tutorial%20scratch_01.pdf
¡Diles que no me maten!

Juan Rulfo

-¡Diles que no me maten, Justino! Anda, vete a decirles eso. Que por caridad. Así diles. Diles que lo hagan por caridad.

-No puedo. Hay allí un sargento que no quiere oír hablar nada de ti.

-Haz que te oiga. Date tus mañas y dile que para sustos ya ha estado bueno. Dile que lo haga por caridad de Dios.

-No se trata de sustos. Parece que te van a matar de a de veras. Y yo ya no quiero volver allá.

-Anda otra vez. Solamente otra vez, a ver qué consigues.

-No. No tengo ganas de eso, yo soy tu hijo. Y si voy mucho con ellos, acabarán por saber quién soy y les dará por afusilarme a mí también. Es mejor dejar las cosas de este tamaño.

-Anda, Justino. Diles que tengan tantita lástima de mí. Nomás eso diles.

Justino apretó los dientes y movió la cabeza diciendo:

-No.

Y siguió sacudiendo la cabeza durante mucho rato.

Justino se levantó de la pila de piedras en que estaba sentado y caminó hasta la puerta del corral. Luego se dio vuelta para decir:

-Voy, pues. Pero si de perdida me afusilan a mí también, ¿quién cuidará de mi mujer y de los hijos?

-La Providencia, Justino. Ella se encargará de ellos. Ocúpate de ir allá y ver qué cosas haces por mí. Eso es lo que urge.

Lo habían traído de madrugada. Y ahora era ya entrada la mañana y él seguía todavía allí, amarrado a un horcón, esperando. No se podía estar quieto. Había hecho el intento de dormir un rato para apaciguarse, pero el sueño se le había ido. También se le había ido el hambre. No tenía ganas de nada. Sólo de vivir. Ahora que sabía bien a bien que lo iban a matar, le habían entrado unas ganas tan grandes de vivir como sólo las puede sentir un recién resucitado. Quién le iba a decir que volvería aquel asunto tan viejo, tan rancio, tan enterrado como creía que estaba. Aquel asunto de cuando tuvo que matar a don Lupe. No nada más por nomás, como quisieron hacerle ver los de Alima, sino porque tuvo sus razones. Él se acordaba:

Don Lupe Terreros, el dueño de la Puerta de Piedra, por más señas su compadre. Al que él, Juvencio Nava, tuvo que matar por eso; por ser el dueño de la Puerta de Piedra y que, siendo también su compadre, le negó el pasto para sus animales.

Primero se aguantó por puro compromiso. Pero después, cuando la sequía, en que vio cómo se le morían uno tras otro sus animales hostigados por el hambre y que su compadre don Lupe seguía negándole la yerba de sus potreros, entonces fue cuando se puso a romper la cerca y a arrear la bola de animales flacos hasta las paraneras para que se hartaran de comer. Y eso no le había gustado a don Lupe, que mandó tapar otra vez la cerca para que él, Juvencio Nava, le volviera a abrir otra vez el agujero. Así, de día se tapaba el agujero y de noche se volvía a abrir, mientras el ganado estaba allí, siempre pegado a la cerca, siempre esperando; aquel ganado suyo que antes nomás se vivía oliendo el pasto sin poder probarlo.

Y él y don Lupe alegaban y volvían a alegar sin llegar a ponerse de acuerdo. Hasta que una vez don Lupe le dijo:

-Mira, Juvencio, otro animal más que metas al potrero y te lo mato.

Y él contestó:

-Mire, don Lupe, yo no tengo la culpa de que los animales busquen su acomodo. Ellos son inocentes. Ahí se lo haiga si me los mata.

"Y me mató un novillo.

"Esto pasó hace treinta y cinco años, por marzo, porque ya en abril andaba yo en el monte, corriendo del exhorto. No me valieron ni las diez vacas que le di al juez, ni el embargo de mi casa para pagarle la salida de la cárcel. Todavía después, se pagaron con lo que quedaba nomás por no perseguirme, aunque de todos modos me perseguían. Por eso me vine a vivir junto con mi hijo a este otro terrenito que yo tenía y que se nombra Palo de Venado. Y mi hijo creció y se casó con la nuera Ignacia y tuvo ya ocho hijos. Así que la cosa ya va para viejo, y según eso debería estar olvidada. Pero, según eso, no lo está.

"Yo entonces calculé que con unos cien pesos quedaba arreglado todo. El difunto don Lupe era solo, solamente con su mujer y los dos muchachitos todavía de a gatas. Y la viuda pronto murió también dizque de pena. Y a los muchachitos se los llevaron lejos, donde unos parientes. Así que, por parte de ellos, no había que tener miedo.

"Pero los demás se atuvieron a que yo andaba exhortado y enjuiciado para asustarme y seguir robándome. Cada vez que llegaba alguien al pueblo me avisaban:

"-Por ahí andan unos fureños, Juvencio.

"Y yo echaba pal monte, entreverándome entre los madroños y pasándome los días comiendo verdolagas. A veces tenía que salir a la media noche, como si me fueran correteando los perros. Eso duró toda la vida . No fue un año ni dos. Fue toda la vida."

Y ahora habían ido por él, cuando no esperaba ya a nadie, confiado en el olvido en que lo tenía la gente; creyendo que al menos sus últimos días los pasaría tranquilos. "Al menos esto -pensó- conseguiré con estar viejo. Me dejarán en paz".

Se había dado a esta esperanza por entero. Por eso era que le costaba trabajo imaginar morir así, de repente, a estas alturas de su vida, después de tanto pelear para librarse de la muerte; de haberse pasado su mejor tiempo tirando de un lado para otro arrastrado por los sobresaltos y cuando su cuerpo había acabado por ser un puro pellejo correoso curtido por los malos días en que tuvo que andar escondiéndose de todos.

Por si acaso, ¿no había dejado hasta que se le fuera su mujer? Aquel día en que amaneció con la nueva de que su mujer se le había ido, ni siquiera le pasó por la cabeza la intención de salir a buscarla. Dejó que se fuera sin indagar para nada ni con quién ni para dónde, con tal de no bajar al pueblo. Dejó que se le fuera como se le había ido todo lo demás, sin meter las manos. Ya lo único que le quedaba para cuidar era la vida, y ésta la conservaría a como diera lugar. No podía dejar que lo mataran. No podía. Mucho menos ahora.

Pero para eso lo habían traído de allá, de Palo de Venado. No necesitaron amarrarlo para que los siguiera. Él anduvo solo, únicamente maniatado por el miedo. Ellos se dieron cuenta de que no podía correr con aquel cuerpo viejo, con aquellas piernas flacas como sicuas secas, acalambradas por el miedo de morir. Porque a eso iba. A morir. Se lo dijeron.

Desde entonces lo supo. Comenzó a sentir esa comezón en el estómago que le llegaba de pronto siempre que veía de cerca la muerte y que le sacaba el ansia por los ojos, y que le hinchaba la boca con aquellos buches de agua agria que tenía que tragarse sin querer. Y esa cosa que le hacía los pies pesados mientras su cabeza se le ablandaba y el corazón le pegaba con todas sus fuerzas en las costillas. No, no podía acostumbrarse a la idea de que lo mataran.

Tenía que haber alguna esperanza. En algún lugar podría aún quedar alguna esperanza. Tal vez ellos se hubieran equivocado. Quizá buscaban a otro Juvencio Nava y no al Juvencio Nava que era él.

Caminó entre aquellos hombres en silencio, con los brazos caídos. La madrugada era oscura, sin estrellas. El viento soplaba despacio, se llevaba la tierra seca y traía más, llena de ese olor como de orines que tiene el polvo de los caminos.

Sus ojos, que se habían apenuscado con los años, venían viendo la tierra, aquí, debajo de sus pies, a pesar de la oscuridad. Allí en la tierra estaba toda su vida. Sesenta años de vivir sobre de ella, de encerrarla entre sus manos, de haberla probado como se prueba el sabor de la carne. Se vino largo rato desmenuzándola con los ojos, saboreando cada pedazo como si fuera el último, sabiendo casi que sería el último.

Luego, como queriendo decir algo, miraba a los hombres que iban junto a él. Iba a decirles que lo soltaran, que lo dejaran que se fuera: "Yo no le he hecho daño a nadie, muchachos", iba a decirles, pero se quedaba callado. "Más adelantito se los diré", pensaba. Y sólo los veía. Podía hasta imaginar que eran sus amigos; pero no quería hacerlo. No lo eran. No sabía quiénes eran. Los veía a su lado ladeándose y agachándose de vez en cuando para ver por dónde seguía el camino.

Los había visto por primera vez al pardear de la tarde, en esa hora desteñida en que todo parece chamuscado. Habían atravesado los surcos pisando la milpa tierna. Y él había bajado a eso: a decirles que allí estaba comenzando a crecer la milpa. Pero ellos no se detuvieron.

Los había visto con tiempo. Siempre tuvo la suerte de ver con tiempo todo. Pudo haberse escondido, caminar unas cuantas horas por el cerro mientras ellos se iban y después volver a bajar. Al fin y al cabo la milpa no se lograría de ningún modo. Ya era tiempo de que hubieran venido las aguas y las aguas no aparecían y la milpa comenzaba a marchitarse. No tardaría en estar seca del todo.

Así que ni valía la pena de haber bajado; haberse metido entre aquellos hombres como en un agujero, para ya no volver a salir.

Y ahora seguía junto a ellos, aguantándose las ganas de decirles que lo soltaran. No les veía la cara; sólo veía los bultos que se repegaban o se separaban de él. De manera que cuando se puso a hablar, no supo si lo habían oído. Dijo:

-Yo nunca le he hecho daño a nadie -eso dijo. Pero nada cambió. Ninguno de los bultos pareció darse cuenta. Las caras no se volvieron a verlo. Siguieron igual, como si hubieran venido dormidos.

Entonces pensó que no tenía nada más que decir, que tendría que buscar la esperanza en algún otro lado. Dejó caer otra vez los brazos y entró en las primeras casas del pueblo en medio de aquellos cuatro hombres oscurecidos por el color negro de la noche.

-Mi coronel, aquí está el hombre.

Se habían detenido delante del boquete de la puerta. Él, con el sombrero en la mano, por respeto, esperando ver salir a alguien. Pero sólo salió la voz:

-¿Cuál hombre? -preguntaron.

-El de Palo de Venado, mi coronel. El que usted nos mandó a traer.

-Pregúntale que si ha vivido alguna vez en Alima -volvió a decir la voz de allá adentro.

-¡Ey, tú! ¿Que si has habitado en Alima? -repitió la pregunta el sargento que estaba frente a él.

-Sí. Dile al coronel que de allá mismo soy. Y que allí he vivido hasta hace poco.

-Pregúntale que si conoció a Guadalupe Terreros.

-Que dizque si conociste a Guadalupe Terreros.

-¿A don Lupe? Sí. Dile que sí lo conocí. Ya murió.

Entonces la voz de allá adentro cambió de tono:

-Ya sé que murió -dijo-. Y siguió hablando como si platicara con alguien allá, al otro lado de la pared de carrizos:

-Guadalupe Terreros era mi padre. Cuando crecí y lo busqué me dijeron que estaba muerto. Es algo difícil crecer sabiendo que la cosa de donde podemos agarrarnos para enraizar está muerta. Con nosotros, eso pasó.

"Luego supe que lo habían matado a machetazos, clavándole después una pica de buey en el estómago. Me contaron que duró más de dos días perdido y que, cuando lo encontraron tirado en un arroyo, todavía estaba agonizando y pidiendo el encargo de que le cuidaran a su familia.

"Esto, con el tiempo, parece olvidarse. Uno trata de olvidarlo. Lo que no se olvida es llegar a saber que el que hizo aquello está aún vivo, alimentando su alma podrida con la ilusión de la vida eterna. No podría perdonar a ése, aunque no lo conozco; pero el hecho de que se haya puesto en el lugar donde yo sé que está, me da ánimos para acabar con él. No puedo perdonarle que siga viviendo. No debía haber nacido nunca".

Desde acá, desde fuera, se oyó bien claro cuando dijo. Después ordenó:

-¡Llévenselo y amárrenlo un rato, para que padezca, y luego fusílenlo!

-¡Mírame, coronel! -pidió él-. Ya no valgo nada. No tardaré en morirme solito, derrengado de viejo. ¡No me mates...!

-¡Llévenselo! -volvió a decir la voz de adentro.

-...Ya he pagado, coronel. He pagado muchas veces. Todo me lo quitaron. Me castigaron de muchos modos. Me he pasado cosa de cuarenta años escondido como un apestado, siempre con el pálpito de que en cualquier rato me matarían. No merezco morir así, coronel. Déjame que, al menos, el Señor me perdone. ¡No me mates! ¡Diles que no me maten!.

Estaba allí, como si lo hubieran golpeado, sacudiendo su sombrero contra la tierra. Gritando.

En seguida la voz de allá adentro dijo:

-Amárrenlo y denle algo de beber hasta que se emborrache para que no le duelan los tiros.

Ahora, por fin, se había apaciguado. Estaba allí arrinconado al pie del horcón. Había venido su hijo Justino y su hijo Justino se había ido y había vuelto y ahora otra vez venía.

Lo echó encima del burro. Lo apretaló bien apretado al aparejo para que no se fuese a caer por el camino. Le metió su cabeza dentro de un costal para que no diera mala impresión. Y luego le hizo pelos al burro y se fueron, arrebiatados, de prisa, para llegar a Palo de Venado todavía con tiempo para arreglar el velorio del difunto.

-Tu nuera y los nietos te extrañarán -iba diciéndole-. Te mirarán a la cara y creerán que no eres tú. Se les afigurará que te ha comido el coyote cuando te vean con esa cara tan llena de boquetes por tanto tiro de gracia como te dieron.

FIN

El dedo

Un hombre pobre se encontró en su camino a un antiguo amigo. Éste tenía un poder sobrenatural que le permitía hacer milagros. Como el hombre pobre se quejara de las dificultades de su vida, su amigo tocó con el dedo un ladrillo que de inmediato se convirtió en oro. Se lo ofreció al pobre, pero éste se lamentó de que eso era muy poco. El amigo tocó un león de piedra que se convirtió en un león de oro macizo y lo agregó al ladrillo de oro. El amigo insistió en que ambos regalos eran poca cosa.

- “¿Qué más deseas, pues?”, le preguntó sorprendido el hacedor de prodigios.

- “¡Quisiera tu dedo!”, contestó el otro

Feng Meng-lung

jueves, 20 de enero de 2011

Actividad 2

http://competenciasinformaticasmarellano.blogspot.com/2010/07/sobre-ninos-y-ninas.html

Actividad 2

1. Identifica a los personajes ¿cómo son?, ¿Qué pueden inferirse de sus acciones? en el orden en que van sucediendo.

2. Enuncia las acciones en el orden en que van sucediendo.

3. Describe el ambiente, ¿En qué tiempo y espacio ocurren los hechos?

4. Distingue la voz del narrador. ¿Es alguno de los personajes? Participa en la historia.

5. Identifica otros elementos destacados ¿Cuál es el tema del cuento? ¿Qué es lo que más te impacto del relato?

jueves, 22 de julio de 2010

Sobre niños y niñas

Sobre niños y niñasEl niño, de unos diez años, venía caminando descalzo por el sendero de tierra de la hacienda, con una jaula en la mano. El Sol abrasador de la una. La niña, de unos nueve años, iba en el auto con el padre, el nuevo dueño de la hacienda, gente de Sao Paulo. Ella vio el pajarito en la jaula y se lo pidió al padre:
-¡Mira qué lindo! ¿Me lo compras?
El hombre detuvo en auto y dijo:
-¡Oye, niño!
El niño se dio la vuelta, se les acerco, carita de ángel. Se paró al lado de la ventanilla de la niña. El hombre:
-¿Vendes el pajarito?
-No, señor.
El padre miró a la niña con cara de qué se le va a hacer. La niña insistió suavemente como si el padre a todo lo pudiera:
-Dile que me lo venda.
El padre, su intermediario, por darle gusto, volvió a preguntar:
-¿Cuánto quieres por el pajarito?
-No lo vendo, señor.
La niña se quedó decepcionada y le secreteó:
-Ay, papá, cómpramelo.
Ella no consideraba, o aún no había aprendido, que un negocio se hace cuando hay un vendedor y un comprador.En ese caso, faltaba solamente el vendedor. Pero el padre el padre era un hombre de negocios, experto en la Bolsa, acostumbrado a convencer a los más vacilantes o a marear a los más recalcitrantes.
-Te doy diez mil.
-No, señor.-Veinte mil.
-No, no lo vendo.
El hombre se metió la mano en el bolsillo, sacó el dinero, mostró tres billetes, irritado.
-Treinta mil.
-No lo estoy vendiendo, señor.
El hombre murmuró:”qué niño majadero”, y se dirigió a la niña:
-No quiere venderlo. Ten paciencia.
La hija, despacito, indiferente a las imposibilidades de la transacción:
-Pero yo lo quiero, mira qué lindo.El hombre miró a la niña, a la jaula, a la ropa percudida del niño, con una rasgadura en la manga, el rostro rojo de Sol.
-Déjame a mí.
Se levantó, dio la vuelta y se fue hacia allá. La niña buscaba intimidad con el pajarito, el dedito entre las rejas de la jaula. El hombre con maña, estudiaba al adversario:
-¿Cómo se llama ese pajarito?
-Todavía no le he puesto nombre. Lo cacé ahorita.El hombre, casi impaciente:
-No te pregunté si está bautizado, niño. Es un jilguero, un cardenal, ¿qué es?
-Aaaah. Es un pico de lacre.
La niña habló por primera vez con el niño.
-¿Va a crecer?
El niño fijó sus ojos negros en los ojos celestes.
-No crece. Es así, pequeñito. El hombre:
-¿Y canta?
-No, no canta. Es puro chirrido.
-Qué pajarito tonto, ¿eh?
-Sí. No sirve para nada, sólo es hermoso.
-¿Lo casaste en la hacienda?
-Sí. Ahí en el monte.
-Esa hacienda es mía. Todo lo que hay en ella es mío.El niño sujetó con más fuerza el gancho de la jaula, y con la otra mano agarró las rejas. El hombre creyó que era el momento y dijo, poniendo una mano en la jaula, dinero en la otra:
-Te doy cuarenta mil, listo. Tómalos.
-No, señor, muchas gracias.
-El hombre, medio mandón:
-Véndeme eso ya, niño. ¿No ves que es para la niña?
-No, no lo estoy vendiendo.
- ¿Cincuenta mil! ¡Tómalos!- y cogió la jaula.
Con cincuenta mil se podía comprar una bolsa de frijoles, o dos pares de zapatos, o una bicicleta vieja.El niño resistió, sujetando la jaula con las manos temblorosas.
- No lo vendes ¿por qué?, ¿eh?, ¿por qué?
El niño, arrinconado, intentaba explicar.
- Porque me pasé todita la mañana para cazarlo y tengo hambre y sed, y quisiera quedarme con él un poquito más. Mostrárselo a mi mamá.
El hombre volvió al auto, nerviosos. Golpeó la puerta, culpando a la hija por el mal rato.
- ¿Viste lo que pasa a uno cuando se mete con esa gente? Son unos ignorantes, hija. Vámonos.El niño se acercó a la niña y le dijo despacito, para que sólo ella escuchara:
-Mañana te lo doy.Ella sonrió y comprendió.

Ángelo Iván. “Sobre niños y niñas”, en Nueva antologíadel cuento brasileño contemporáneo, UNAM, México, 1996,pp. 253-255

domingo, 11 de julio de 2010

Anuario Escolar Tercero "B"









Motivos que nos llevaron a escribir nuestras autobiografías.


Al escribir nuestra autobiografía estábamos inspirados y emocionados a la vez por que nos alegra saber que las demás generaciones así como los maestros sabrán algo mas intimo de nosotros y no nos da pena ni miedo demostrar al mundo lo que realmente somos…




El grupo de 3”B ha quedado marcado por su personalidad única, ya que somos un grupo unido a pesar de las diferencias que existen nos apoyamos cuando lo necesitamos sin excusa alguna…
Sabemos que nos va a doler irnos de aquí pues no será fácil abandonar la amistad que se cosecho en 3 años y con las generaciones que entraron, porque obvio los vamos a extrañar al igual que a los maestros pero también ya queremos experimentar cosas nuevas y diferentes en nuestra siguiente etapa.


https://docs.google.com/fileview?id=0B1_lvPeQT-rSNGU4NDEyNDItZWZlYy00NDI2LWE1NzQtYjdkMTRjN2RiM2Ex&hl=en

lunes, 28 de junio de 2010

"Mi escuela"


CONTEXTUALIZACIÓN DE LA ESCUELA SECUNDARIA GENERAL “OCTAVIO PAZ”

La Escuela Secundaria General No. 191, Centro de trabajo 15DES0311V. Con clave es 354-191. Se encuentra ubicada en: Paseo San Buenaventura, en la manzana 5, lote 1-1- perteneciente al municipio de Ixtapaluca en el Estado de México, se encuentra ubicada la Escuela Secundaria General No. 191, Centro de trabajo 15DES0311V.


La unidad habitacional donde se encuentra la escuela esta considerada como zona urbana.
En la periferia del plantel la Unidad canta con pequeños comercios, como tiendas, estéticas, carnicerías, verdulerías, papelerías, que los mismos habitantes han ido adoptando en sus viviendas; además dentro de la unidad encontramos dos grandes plazas Cortijo, Sendero. También contamos con sucursales bancarias. Existen también tres espacios recreativos con jardines y canchas deportivas, así como una iglesia.
Contando con una superficie de 5793 m2, es una escuela que abrió sus puertas a los jóvenes de la Unidad Habitacional San Buenaventura, en el ciclo escolar 2001-2002.



CARACTERÍSTICAS DEL PLANTEL
Actualmente la escuela cuenta con dos turnos. Matutino cubriendo una matricula de 741 alumnos y en el turno Vespertino con una matricula de 180 alumnos inscritos.
La construcción de la escuela es de tipo modernista, planeada en dos niveles, en el primer nivel se encuentran las oficinas administrativas, la dirección, subdirección, sala de computo y trabajo social.
De frente están las escaleras que conducen hacia el segundo nivel, a los costados dos jardines, al llegar al segundo nivel vemos la plaza cívica, a los lados dos edificios de dos plantas cada uno pintados con color anaranjado que proyecta luz, en la parte alta del edificio, que está alineado a la derecha se encuentran cinco grupos de terceros los, “A, B, C, D, E” en la parte baja del mismo edificio se encuentran los segundos pisos grados “ D, E, F” y un tercer grado el “F”, encontramos también el taller de Corte y Confección y el cubículo de Prefectura y sanitarios señoritas.
En el ala izquierda en la planta alta están ubicados los grupos de primeros años grupos “B, C, D, E, F” y en la parte baja esta el primero “A” y los segundos grados “A, B, C”, un cubículo de prefectura y cafetería escolar y sanitarios jóvenes.
El salón de clase es un aula definitiva, que cuenta con un escritorio y silla para el maestro, estante con televisión y DVD con casetera, las butacas son de materia de plástico verde, todas están en buen estado.
ORGANIZACIÓN Y FUNCIONAMIENTO DE LA ESCUELA.
La Escuela Secundaria “Octavio Paz” cuenta con una planta docente que esta distribuida de la siguiente manera:
Director
Subdirector uno para cada turno

El personal docente frente al grupo con el que cuenta la escuela esta integrado por:
Cinco profesores de Español
Cuatro profesores de Matemáticas
Dos profesores de Historia
Dos profesores de Geografita
Tres profesores de Ciencias
Cuatro profesores de Formación Cívica y Ética
Un profesor de Física
Un profesor de Química
Tres profesores de Ingles
Dos profesores de Educación Física
Tres profesores de Educación Tecnológica
Dos profesores de Artes
Los servicios de Asistencia Educativa se integran por:
· Tres prefectos
El área de personal Administrativo esta conformada por:
Cuatro secretarias
Tres auxiliares de intendencia
una bibliotecaria

CONTEXTO SOCIOECONÓMICO
Haciendo referencia al contexto socioeconómico de la comunidad, cabe mencionar que la mayoría de las familias están pagando el crédito de su casa, en referencia a los tipos de familia, existen diferentes tipos, uniparentales, nucleares, etc. Por lo tanto la clase predominante en la comunidad es media baja.
La comunidad escolar que se atiende en un 75% es de escasos recursos, donde ambos padres trabajan y son personas con un nivel cultural medio bajo, ya que según datos que se tienen en la escuela son personas preparadas mas arriba de la preparatoria, carreras técnicas o licenciatura a, 1998.
La unidad esta catalogada como zona dormitorio, ya que los habitantes salen a trabajar durante el día hacia el D. F. y solo por la noche llegan a dormir.